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  • Foto del escritorPastor Israel Chapa Pérez

REFLEJOS




Nadie en esta tierra ha tenido las mismas historias, oportunidades, y relaciones humanas que tú. Y por eso nadie puede reflejar la luz del cielo en esas historias, oportunidades, y relaciones como tú. Eso es lo que no entendieron los fariseos al escuchar a Jesús. Ellos pretendían una santidad de «absolutos», una santidad juzgable desde el exterior a través de las acciones. Sin embargo, Jesús le agregó a esa dimensión otra nueva. La de una santidad de «relativos», derivados desde el interior, de las intenciones. ¿Es esto peligroso? ¡Claro! Es peligroso para quienes quieren ponerle puntaje a los pecados, y creen que la santidad es una larga lista de cosas que no se deben hacer; O también puede ser peligroso para quienes no entienden lo maravilloso de seguir el plan de Dios para nuestras vidas, y simplemente están buscando excusas para ceder a sus tentaciones.


Luego de leer el párrafo anterior seguramente alguien va a preguntarme: ¿Quiere esto decir que no creo en los absolutos morales? Claro que creo en los absolutos morales, pero, ¿son nuestros absolutos los mismos que los del Dios absoluto, o son simplemente inventos y cargas relativos a nuestra cultura o circunstancias? ¿Estamos seguros de que Dios nos juzga de la misma manera en que nosotros nos juzgamos?


Si confiamos en el Señor y en su revelación, tendremos claro que no hay manera más completa de vivir que enfocados en Cristo. Él es el paradigma y el modelo de una persona completa y especial, y por eso el apóstol Pedro cita lo escrito en el libro de Levítico cuando dice que debemos ser santos como Él es santo (1 Pedro 1.16).


La verdadera santidad es peligrosa para el egoísmo, es una asesina para la hipocresía, y es el más poderoso antídoto contra la falta de originalidad.


¡Ser santos se trata de ser diferentes! De entender el diseño divino detrás de nuestras personalidades y circunstancias. De disfrutar la emocionante aventura de hacer la voluntad de Dios para nuestras vidas y abrazar el precioso propósito de nuestro destino.


Dios no se equivocó al hacerte diferente. Al contrario. Dios te hizo diferente para que puedas regalarle al mundo una mirada que nadie más tiene y puedas dejar una marca con tus manos que nadie más puede dejar.


Dios te ama tal cual eres, pero se resiste a dejarte tal como estás. Él desea que llegues a asombrarte de lo que Él puede hacer con tu vida si confías en sus planes por encima de las expectativas que otros tienen para ti. ¿Por qué, siendo especial, vas a vivir una vida común? Ya te habrás dado cuenta, el Evangelio para rebeldes contra-culturales y anti-sistema.

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