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  • Foto del escritorPastor Israel Chapa Pérez

La aparente verdad o la muerte


Huye, Adso, de los profetas y de los que están dispuestos a morir por la verdad, porque suelen provocar también la muerte de muchos otros, a menudo antes que la propia, y a veces en lugar de la propia.

(Guillermo de Baskerville en “El nombre de la rosa” de Umberto Eco).


Estas palabras se encuentran al final de esta novela de Umberto Eco, durante el incendio de la abadía y después del juicio inquisidor a unos monjes y una chica inocente. El contexto confirma la gravedad de la afirmación: Bernardo Gui ha torturado a los monjes en su propósito de defender la verdad y el venerable Jorge ha incendiado una de las bibliotecas medievales más importantes a fin de que la “herejía aristotélica” no se propague entre los monjes.


No es que la verdad no sea digna de sacrificio; a veces sí lo es. Lo terrible es cuando en nombre de ella se asesina a otras personas. No hay peor justificación para el genocidio o la masacre que la aparente verdad. Se le justifica como pureza doctrinal o racial, patriotismo, libertad o justicia.


La lectura de “El nombre de la rosa” remite hacia el final del texto, por cierto en forma novelada, a la Inquisición cuya misión era (según la mayoría de los diccionarios) descubrir y castigar las faltas contra la fe o las doctrinas de la iglesia. Aunque hay controversias respecto de la naturaleza y el alcance de su cometido lo concreto es que muchas personas murieron por haber transgredido la verdad sostenida por la iglesia católica.


¿Señor, quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? le preguntaron los discípulos a Jesús por algo mucho menor que una transgresión contra la verdad (tenían un celo sinceramente tergiversado); era porque unos samaritanos no los dejaban entrar a su aldea, Jesús mismo los tuvo que exhortar a cambiar su extremismo (Lucas 9:52-55). Tengo la rara impresión de que ese celo no es extraño a nuestro tiempo. En otra ocasión Jesús mismo dijo, Y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios (Juan 16:2).


Hay cristianos que piensan que algunas guerras eran buenas y otras eran malas. No es una pregunta fácil, pero mantengo la sospecha de que el asunto de la aparente verdad está involucrado por ahí. No necesariamente la verdad verdadera; más bien, la verdad creída (Lucas 9:54; Juan 16:2).


Tenemos el reto y la obligación de comprender que la radicalización de la fe es diametralmente diferente de “la contienda ardiente por la fe” (Judas 3), el punto es entender que la conversión es obra del Espíritu Santo, nosotros sólo presentamos el mensaje de salvación del Evangelio y Él es quien convencerá de pecado, justicia y de juicio (Juan 16:8), además no podemos pasar por alto que Dios dotó de libre albedrío a cada ser humano, y tanto la imposición de la aparente verdad como la aceptación de cualquier filosofía humanista que esté fuera del marco de lo pre-escrito en la Biblia son dos peligrosos extremos.


Así que es válido desde mi punto de vista utilizar la modernidad para actualizar el mensaje de la cruz a las nuevas generaciones pero, sin olvidar “cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor" (Efesios 3:18), Dios a todo puso límites (Job 38:10-12).


El celo espiritual no tiene nada que ver con el celo emocional” y mucho menos con la imposición de cualquier cosa.

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