GUERREROS O LITIGANTES
- Pastor Israel Chapa Pérez
- 17 mar 2020
- 3 Min. de lectura

Jueces 2:16 Entonces el SEÑOR levantó jueces que los libraron de la mano de los que los saqueaban. Con todo no escucharon a sus jueces, porque se prostituyeron siguiendo a otros dioses, y se postraron ante ellos. Se apartaron pronto del camino en que sus padres habían andado en obediencia a los mandamientos del SEÑOR; no hicieron como sus padres.
Los Shoftim/Jueces no eran solamente jueces en el sentido usual de la palabra. Sino que también eran cabeza o jefes de los Israelitas, levantados en ocasiones extraordinarias, quienes dirigieron y regían la nación con poder soberano, administraban justicia, hacían la paz o la guerra, y guiaban a los ejércitos sobre aquellos que ellos presidían.
A pesar de la desobediencia de Israel, Dios mostró su gran misericordia al levantar jueces para salvar al pueblo de sus opresores. Misericordia se ha definido como "no darle a una persona lo que merece". Esto es exactamente lo que hizo Dios por Israel y lo que hace por nosotros. ¡Nuestra desobediencia exige juicio! Pero Dios nos muestra su misericordia al darnos un escape del castigo del pecado por medio de Jesucristo. Estos jueces son una sombra no sólo de la misericordia de nuestro Señor, sino que además ejemplifica la guerra que hay con aquellos que oprimen nuestras vidas (Efesios 6:11-12).
La guerra por consiguiente es espiritual y en contra de un enemigo que no respeta reglas o formalidades, alguien que no obra con justicia o conforme a derecho, por tanto es despiadado en su accionar y, ante tal embestida, la implementación de estos jueces (guerreros y caudillos) tenía como una de sus funciones pronunciar sentencia y castigo a estos opositores por contraponerse al propósito de Dios y de su pueblo.
· Los jueces no eran conocidos por sus decisiones legales, sino por sus campañas militares.
· Los jueces no se adherían a las reglas de combate.
· Al igual que los jueces nos corresponde ejercer la causa del Señor para con su pueblo, pero pelear en contra de aquello que se le opone (Efesios 6:11 Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo).
Podríamos pensar que estas personas imprimieron su personalidad durante el tiempo en que estuvieron en el liderazgo del pueblo de Dios tanto en el gobierno como en la guerra, y así es, al grado que tuvieron que ingeniárselas para poder vencer a sus enemigos aún de formas muy poco convencionales.
Por ejemplo:
AOD.- Llevó a su enemigo a una reunión privada y allí lo mató (Jueces 3:12-30).
GEDEÓN.- Logró una victoria a la media noche (Jueces 7).
SANSÓN.- Usó trucos militares no un ejército (Jueces 14 y 16).
El problema a este respecto, es que, además de pelear les correspondía ser íntimamente cercanos a la presencia de Dios, a su palabra, a su Espíritu; tristemente varios de los personajes que integran el libro de los jueces se ocupaban más por ser “jueces militares “ más que gobernantes.
Ante tal arremetida de los enemigos de la fe, Dios usó a estas personas para librar a su pueblo, pero, debemos de estar conscientes de que por ser seres humanos en proceso de renovación, todo el que lidera y además combate tiene la obligación de ser cuidadoso con su persona y sus acciones.
Lamentablemente sus fallas se evidenciaron, al grado que tuvieron que ser expuestas en la Biblia para que nosotros reflexionemos sobre las terribles consecuencias que llevaron al desplome constante de su pueblo.
· Sansón.- El más fuerte juez que tuvo Israel, sucumbió por su apetito por las mujeres (Jueces 14, 15, 16).
· Gedeón o Jerobaal.- Arrastró a la nación a la idolatría (Jueces 8:27).
· Jefté.- Sabía muy poco de Dios y no hizo nada por conocerle más (Jueces 11:3).
La verdad es que cada retrato tiene sus sombras, y el libro de los Jueces lo ejemplifica perfectamente.
Reiteramos la idea principal de esta enseñanza ¿guerreros o litigantes?, los jueces ejercieron mayormente lo primero pero faltó balancear con el segundo aspecto para ser líderes más completos.
Litigar es: disputar sobre una cosa con juicio (con entendimiento), disputa, contienda juiciosa.
La verdad del libro de los jueces es que Dios da repetidas oportunidades para comenzar de nuevo. El amor del Señor por su pueblo es el verdadero héroe y Jesús el verdadero juez, repliquemos su ejemplo por el bien de nuestra persona, familia, congregación y todos aquellos que de alguna u otra manera lideramos sin importar si somos padres de familia, guías en la congregación o ministros, evidenciemos al juez justo que es nuestro Dios y quien pelea por nosotros.
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