Como lidiar con la masturbación (jóvenes)
- Pastor Israel Chapa Pérez
- 19 may 2020
- 4 Min. de lectura

La masturbación no debe confundirse con la excitación sexual involuntaria, como cuando los chicos se despiertan excitados o tienen emisiones nocturnas de semen. En el caso de las chicas, algunas se excitan involuntariamente justo antes o justo después de la menstruación. Hablamos de masturbación cuando la persona estimula sus órganos sexuales a propósito.
En la pubertad, los impulsos sexuales se vuelven tan fuertes que hacen que muchos jóvenes caigan en la masturbación. Habrá quien te diga que no es tan grave, que nadie sale perjudicado. Sin embargo, existen buenas razones para que evites esta práctica. Fíjate en la recomendación que hizo el apóstol Pablo: “Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo”, Colosenses 3:5. Lo cierto es que la masturbación ni amortigua ni elimina el apetito sexual, sino que lo aviva. Pero eso no es todo lo que hace:
· Fomenta actitudes totalmente egocéntricas. La persona se centra solo en su propio placer
· Convierte a las personas del sexo opuesto en objetos, o simples herramientas, para satisfacer los deseos sexuales
· Provoca una forma de pensar egoísta que dificulta tener relaciones sexuales satisfactorias en el matrimonio
De modo que es mejor tratar de desarrollar autocontrol que masturbarse para aliviar los deseos sexuales reprimidos (1 Tesalonicenses 4:4, 5). Entonces, ¿cómo puedes controlarte? La Biblia da una clara recomendación: evitar las situaciones que podrían excitarte (Proverbios 5:8, 9). Pero ¿y si ya has caído en el hábito de la masturbación? Tal vez hayas intentado dejarlo y no has tenido éxito. Lo más fácil sería darte por vencido y concluir que nunca serás capaz de vivir como a Dios le agrada. Si sientes culpa no te derrumbes. No eres un caso perdido. Tanto jóvenes como adultos han logrado superar ese hábito. Y si ellos lo han conseguido, tú también podrás.
El sentimiento de culpa
Como hemos visto, es muy común que quienes se masturban se sientan culpables o, como dice 2 Corintios 7:11, estén “entristecidos de manera piadosa”. Este sentimiento de culpa no es malo en sí mismo, ya que puede motivarte a dejar el hábito. Pero si es desproporcionado, puede desanimarte hasta el punto de que quieras darte por vencido (Proverbios 24:10).
Así pues, seamos objetivos. Es verdad que la masturbación es algo muy sucio, una forma de inmundicia que te esclaviza a los deseos y fomenta las actitudes dañinas (Tito 3:3). Con todo, no es una forma de inmoralidad sexual grave, como lo es la fornicación (Judas 7). Así que no pienses que, al masturbarte, has cometido un pecado imperdonable. Lo importante es que te sigas esforzando por dominar tus deseos y que no te rindas.
Tampoco te desanimes si tienes una recaída. Recuerda las palabras de Proverbios 24:16 “Los justos podrán tropezar siete veces, pero volverán a levantarse. En cambio, basta una sola calamidad para derribar al perverso”. Cometer un pequeño error no te convierte en una mala persona. Reflexiona, más bien, en por qué caíste en la tentación y cómo puedes evitar que te vuelve a pasar.
Medita también en el amor y la misericordia de Dios. El salmista David sabía lo que se siente tras dejarse llevar por una debilidad, y fíjate lo que escribió: “Como un padre muestra misericordia a sus hijos, el Señor ha mostrado misericordia a los que le temen. Pues él mismo conoce la formación de nosotros, y se acuerda que somos polvo” Salmo 103:13-14. Dios sabe que somos imperfectos y, por eso, “está listo para perdonar” (Salmo 86:5). Claro, también espera que nos esforcemos por cambiar. Veamos a continuación algunas sugerencias que pueden ayudarte a dejar este mal hábito.
Vigila tus pasatiempos
¿Ves películas y programas de televisión o visitas páginas de Internet que avivan tus deseos sexuales? Fíjate en lo que uno de los escritores de los Salmos le pidió a Dios en oración: “Haz que mis ojos pasen adelante para que no vean lo que es inútil” (Salmo 119:37).
Oblígate a pensar en otra cosa
Sigue la sugerencia de un cristiano llamado William: “Antes de irte a dormir, lee algo sobre temas bíblicos. Es fundamental que tus últimos pensamientos del día estén relacionados con Dios y la Biblia” (Filipenses 4:8).
Confíale a alguien tu problema
Por mucha vergüenza que te dé, cuéntaselo a alguien. Esto te ayudará a dejar el hábito. Así hizo un chico llamado David: “Decidí hablarlo con mi padre. Nunca olvidaré sus palabras. Dándose cuenta de lo difícil que había sido para mí contárselo, me sonrió y me dijo: “Estoy muy orgulloso de ti”. Nada podía haberme animado tanto. Me resolví a cambiar como fuera. ¿A qué conclusión llegó David? “Tener a alguien pendiente de mí para ayudarme fue lo mejor”.
Y tú, ¿qué piensas?
· ¿Por qué es bueno que recuerdes que el Señor está Listo para perdonar? (Salmo 86:5)
· Si Dios, que creó los deseos sexuales y sabe lo fuerte que son, te pide que los domines, ¿no será porque cree que puedes hacerlo?
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