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  • Foto del escritorPastor Israel Chapa Pérez

LA REBELDÍA DE LOS PROFETAS 2 Muerte de los primogénitos (Éxodo 13)



¿Cómo se puede identificar la rebelión en el capítulo 13 del libro de Éxodo y relacionarla con un falso movimiento profético, cuando dicho capítulo lo que describe son ordenanzas de parte de Dios para el pueblo de Israel?


Pues bien, al acercarnos a la palabra nos percatamos que las ordenanzas de Dios constituyen el antídoto para eliminar la rebelión del corazón de los hombres, para ello el Señor permite que el ejemplo de desobediencia y rebeldía de Faraón quede escrito en este capítulo y se añaden instrucciones para la correcta celebración de las fiestas ante el riesgo de poder introducir al corazón de los hijos, desobediencia y rebelión mediante un falso mover profético (levadura).


En este punto les recordamos que la desobediencia y la rebelión van juntas, tanto así que el término rebelarse incluye en su definición faltar a la obediencia debida, por eso el Apóstol Pablo citando al profeta Isaías dice de Israel: “pueblo desobediente y rebelde” (Romanos 10:21) lo cual describe la actitud de faraón cuando una y otra vez era conminado a obedecer el mandato de Dios, respecto a la libertad de su pueblo.


Fueron por lo menos nueve oportunidades las veces que Moisés recordó a Faraón el mandato de Dios y nueve veces faraón se negó rotundamente a cumplir con ese deseo del Señor (Éxodo capítulos 7, 8, 9 y 10), hasta que en la décima ocasión y luego de instruir a Israel sobre la pascua, el Señor desató sobre ambos pueblos un espíritu de muerte sobre los primogénitos (Éxodo 12:1-36), con la siguiente diferencia: La obediencia del pueblo de Israel respecto a la pascua, incluía poner la sangre del cordero en los dos postes y el dintel de la casa como señal, comer el cordero, los panes sin levadura y las hierbas amargas en la forma indicada; vestidos, con el calzado puesto y el bastón en la mano (Éxodo 12:7-11); esto demuestra fe y obediencia que permitió a la muerte pasar por alto las casas de los hebreos, mientras que la desobediencia de faraón cobró las vidas de su primogénito y las de todo Egipto (Éxodo 12:29).


Para alejar la muerte de nuestros hijos debemos ser obediente al mandato del Señor (Éxodo 12: 1-28; 13:5-7) haciendo la salvedad que para nosotros los cristianos es la Pascua o Santa Cena, porque Cristo es nuestra pascua (1 Corintios 5:7) y, al conmemorarla, nos alentamos respecto a su venida, de allí que resulta vital tener la misma actitud: estar vestidos, calzados y listos creyendo que ciertamente en una de esas tendremos que salir de esta tierra así como el pueblo de Israel salió de la tierra de Egipto.


En este punto es donde se identifica el riesgo de un falso movimiento profético, que pretende robar al pueblo de Dios esta esperanza y en lugar de alentar a seguir esperándolo, instan a “deshacer las maletas”, como ellos dicen, asegurando que el Señor ya no viene y que en el mejor de los casos hay que mejorar las cosas en el mundo y que la prosperidad económica es el testimonio de Dios en la vida de las personas etc.


Este es otro de los riesgos identificados en el capítulo 13 del libro del Éxodo, cuando describe la manera correcta de celebrar la pascua y la fiesta de los panes sin levadura, exhortando incluso a desaparecer cualquier vestigio de levadura en toda la casa; dando a entender con esto que nuestro culto, alabanza, adoración y conmemoración de la Santa Cena debe estar libre de este tipo de levadura, porque un poco de ella leuda la masa. El ejemplo expuesto es claro, de esta levadura o falso mensaje profético habla la Biblia cuando dice que debemos probar a todo espíritu para ver si viene de Dios, porque muchos falsos profetas han salido, cuyo mensaje es del mundo y hablan de parte de él (1 Juan 4:1-6) basándose en el humanismo y fomentando con ello la incredulidad como los saduceos cuya levadura nos puede contaminar (Mateo 16:6).


Otra contaminación de la cual debemos alejarnos es del libertinaje, como la levadura de Herodes (Marcos 8:15) que incluye relaciones maritales ilícitas, avaricia, tibieza, etc. (2 Pedro 2:1-4); y qué decir de la hipocresía encarnada por la levadura de los fariseos, que hacen las cosas solo para ser vistos y que impiden que los demás tengan la oportunidad de ingresar al reino de los cielos, etc. (Mateo 6:6; 15-7; 22:18; 23:13).


Finalmente la levadura de malicia y maldad que termina siendo un corolario de todas (1 Corintios 5:8). Por esta razón, luego de reflexionar sobre la muerte del primogénito de Faraón el escritor dice: “por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos” (Éxodo 13:15), en nuestro caso, todos los que hemos creído también hemos sido redimidos por la sangre de Cristo y por tal razón deberíamos evitar a toda costa cualquier contaminación por levadura en nuestra vida y en nuestro culto al Señor. Por esta causa, hago sacrificio de labios que confiesan su nombre y me aferro a la salvación que habrá de venir, con memorando su muerte y resurrección en la Santa Cena (Pascua) hasta que el venga.

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