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  • Foto del escritorPastor Israel Chapa Pérez

El Apocalipsis y el tiempo del fin


Este es el tema del Apocalipsis: el tiempo del fin y la venida de Jesucristo para establecer el Reino de Dios aquí en la tierra.


En los evangelios, Jesús dio un breve resumen de los acontecimientos que antecederían a su regreso. Pero transcurrieron cerca de 60 años hasta que él le reveló más específicamente al apóstol Juan lo que iba a ocurrir en los postreros días. Esta extensa y detallada profecía se encuentra en el último libro de la Biblia: el Apocalipsis.


Aquí encontramos nuevamente el mismo bosquejo de la profecía que Jesús dio en el monte de los Olivos, pero en un lenguaje simbólico. También encontramos detalles adicionales.


Juan escribe en el primer capítulo que él fue llevado a una época que denomina “el día del Señor”, el mismo período al cual hicieron referencia los profetas del Antiguo Testamento y los otros apóstoles (Isaías 13:6, Isaías 13:9; Joel 1:15; Amós 5:18-20; Abdías 1:15; Sofonías 1:14; Zacarías 14:1; Malaquías 4:5; 1 Tesalonicenses 5:2; 2 Pedro 3:10).


La visión del tiempo del fin


El Apocalipsis es un libro escrito para revelarnos el futuro, y Jesucristo es quien lo revela: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto… He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él” (Apocalipsis 1:1-7).


Juan también nos explica dónde se encontraba cuando tuvo la visión del tiempo del fin: “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta” (Apocalipsis 1:9-10).


El día del Señor (también mencionado en las Escrituras como “el día de Dios”, “el día de Cristo” y otras designaciones parecidas) es el momento en el que Dios va a intervenir en los asuntos del hombre y va a establecer su reino. En este contexto es muy claro que no se está refiriendo a un día semanal específico de adoración a Dios.


El apóstol Pablo nos dice: “Vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Tesalonicenses 5:2-3). En otra epístola, Pablo lo llama “el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). Esto se debe a que Cristo, el Señor, es el punto central de los acontecimientos. Por lo tanto, esta época se llama el día del Señor.


La visión que Juan tuvo del día del Señor comienza en Apocalipsis 4:2: “Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado”. Después de describir los cielos, Juan se fija en el rollo que Dios tiene en la mano, en el que, como veremos más adelante, están escritos todos los acontecimientos de los últimos días: “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos” (Apocalipsis 5:1).


Jesucristo, el Cordero de Dios, es el único digno de abrir los sellos y desencadenar todos los acontecimientos del tiempo del fin. Cuando el Padre determina que ya se ha cumplido el tiempo, autoriza a Jesús para que dé comienzo a todo lo que está escrito en el rollo. Esto incluye todas las impresionantes profecías que se cumplen en ese período de tres años y medio, y que están descritas a lo largo de las Escrituras.


Entonces Juan empieza a describir lo que pasa al tiempo del regreso de Cristo para gobernar la tierra: “Miré, y oí la voz de muchos ángeles… que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apocalipsis 5:11-12). Jesús recibe la autorización para desencadenar todos los sucesos finales e iniciar su reinado aquí en la tierra.


Jesús abre los siete sellos


En Apocalipsis 6, Cristo abre los siete sellos que se encuentran en el rollo de la profecía. Lo que se revela al abrirse los cuatro primeros sellos tiene que ver con los acontecimientos que comenzaron en los días de los apóstoles y se extenderán hasta el tiempo del fin. Jesús explicó su significado en la profecía del monte de los Olivos al hablar del fin de la presente era (Mateo 24, Marcos 13, Lucas 21).


Lo que se descubre al abrirse el primer sello (Apocalipsis 6:1-2) simboliza el engaño de un falso cristianismo que comenzó en los días de los apóstoles (Mateo 24:4-5). La revelación correspondiente al segundo sello (Apocalipsis 6:3-4) tiene que ver con la devastación progresiva que se produce por las guerras a medida que se aproxima el fin (Mateo 24:6-7). Al abrirse el tercer sello (Apocalipsis 6:5-6) se describen el hambre y las epidemias que se incrementan inexorablemente (Mateo 24:7). Y cuando se abre el cuarto sello (Apocalipsis 6:7-8) encontramos otras consecuencias de la guerra y el hambre, entre ellas enfermedades y plagas que causan muchas muertes (Mateo 24:7).


Todos los acontecimientos que se revelan al abrirse los cuatro primeros sellos han estado ocurriendo desde la época de Jesús hasta nuestros días, con diferentes grados de frecuencia e intensidad. Pero a medida que nos acerquemos al fin, la doliente humanidad los experimentará con más frecuencia y magnitud.


La apertura del quinto sello (Apocalipsis 6:9-11) nos lleva directamente al tiempo del fin. Se menciona la persecución y el martirio que el pueblo de Dios ha tenido que sufrir en el pasado, así como lo que se les dice a los siervos de Dios, “que [descansen] todavía un poco de tiempo, hasta que se [complete] el número de sus consiervos y sus hermanos, que también [han] de ser muertos como ellos”.


En Mateo 24:9 Jesús les advierte a sus seguidores lo que ha de pasar: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”. Será un tiempo de “gran tribulación” como nunca lo ha habido antes en la historia (v. 21).


El sexto sello


Cuando se abre el sexto sello se nos describe cómo “las potencias de los cielos serán conmovidas” (Mateo 24:29); esto ocurre después de la gran tribulación y del martirio de los santos, pero inmediatamente antes de que se desencadene la ira de Dios y comience “el día grande y espantoso del Eterno” (Joel 2:31). Estas señales cósmicas anuncian el comienzo del día del Señor.


Las aterradoras señales cósmicas anuncian la intervención directa de Jesucristo en los asuntos de la humanidad, con el propósito de salvarla. Esto nos indica que Dios ha permitido todo lo que ha ocurrido anteriormente y Satanás ha sido el poder que lo ha causado.


Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apocalipsis 6:12-17).


Jesús también describió estos acontecimientos en la profecía del monte de los Olivos: “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:25-28).


Dios va a intervenir cuando ya se acerque el final de los tres años y medio de la ira de Satanás; primero, por medio de señales y maravillas en los cielos, y después coordinando todo su castigo final antes del regreso de Jesucristo.


El séptimo sello: el final


Finalmente se abre el séptimo sello (Apocalipsis 8) y se revelan siete aspectos diferentes de los acontecimientos del tiempo del fin, cada uno anunciado por el sonido de una trompeta. Las cuatro primeras trompetas tienen que ver con plagas que Dios envía contra el sistema ecológico que sostiene la vida humana. La plaga anunciada por la quinta trompeta es una plaga que causa gran sufrimiento en todos aquellos que no quieren obedecer a Dios. En la plaga de la sexta trompeta, Dios permite que comience una guerra mundial de inimaginables proporciones (Apocalipsis 8-9).


La Biblia nos revela que con el sonido de la séptima trompeta “el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas” (Apocalipsis 10:7).


El misterio del tiempo del fin fue mencionado brevemente en el huerto del Edén y los patriarcas y profetas alcanzaron a vislumbrarlo. En Apocalipsis 11:15 Juan escribió: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”. Dios tiene el control de todo, de manera que hasta el más pequeño detalle profético se cumplirá en el tiempo preciso que él ha determinado.


Al finalizar la profecía del monte de los Olivos, Jesús les advirtió a sus discípulos cómo debían vivir en los últimos días: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34-36).

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